La muerte de Napoleón Bonaparte ¿Muerte natural o asesinato?

Napoleón Bonaparte
Napoleón Bonaparte fue uno de los militares más condecorados y famosos de la historia de la Humanidad, conquistó y defendió por igual, era un referente para muchos militares y todo un orgullo para Francia, pero un gran misterio se ciñó sobre él hasta la fecha de su muerte.
Falleció a los 51 años de edad, el 5 de mayo del año 1821, en la isla de Santa Elena, después de haber pasado mucho tiempo preso. La causa oficial de su muerte fue cáncer de estómago, pero tras muchas investigaciones se llegó a pensar que realmente fue asesinado debido a un envenenamiento continuado con arsénico.
El emperador era una molestia para muchos países e incluso en su propio país tenía un gran número de detractores y su calvario comenzaría después de entrar en prisión.
Napoleón llegó a controlar gran parte de Europa gracias a que era un formidable estratega y sus tropas estaban muy bien preparadas, pero en una de las batallas fue derrotado y exiliado. Tras un tiempo consiguió escapar e intentó recuperar su título y todo lo que había perdido, pero la batalla de Waterloo fue un error, volvió a ser derrotado y se exilió en la isla de Santa Elena.
Se dice que tanto franceses como ingleses muy poderosos no tenían interés en que Napoleón volviese a Francia y pudiese tomar de nuevo el país, por ello se asegura que urdieron un plan para deshacerse de él incluso estando en prisión exiliado.
Napoleón cayó enfermo a los pocos días de entrar en prisión y después de haber sido auscultado y examinado por médicos franceses e ingleses, ninguno de ellos podía decir qué es lo que le ocurría. Bonaparte aseguraba que estaba siendo envenenado y pidió a su médico personal Antommarchi que tras su muerte realizase una autopsia en profundidad a su cadáver.
Cuando esto sucedió, el médico cumplió con la última voluntad de su paciente y declaró que el estómago estaba en perfecto estado, describiendo en sus notas todos los detalles que fue descubriendo, como el del envenenamiento.
El envenenamiento ocurrió desde el primer momento en el que ingresó en prisión y éste le era suministrado en algún alimento que únicamente tomase él, porque de lo contrario todos los presos también hubieran enfermado. Esto revela que el asesino estaba siempre cerca de él y vivía en la misma casa. Santa Elena era una prisión en una isla de la que no se podía escapar, por ello los presos tenían el privilegio de vivir en una casa compartida.
Esta posible convivencia permitiría al asesino poder moverse con total tranquilidad y tener acceso a los alimentos o productos de consumo de Napoleón. Todos en Santa Elena consumían la misma comida a excepción de un vino que le era enviado en barriles y que después se embotellaba en la propia isla. El vino era reservado únicamente para el emperador y se bebía entre uno y dos vasos al día.
Obviamente, Napoleón fue traicionado por uno de los suyos, entre quienes se encontraban: su ayuda de cámara, Louis Marchant, y sus subordinados, Ettiene Saint Denis y Abram Noverraz; el mariscal Bertrand o el general Charles-Tristan de Montholom, quien era el encargado de la bodega, por lo que tenía acceso a ella en cualquier momento y podía echar arsénico directamente en el vino que seguramente era lo que envenenaba a Napoleón poco a poco.
Cuando falleció y sus restos fueron llevados a París el 15 de octubre de 1840, los científicos que querían estudiar el cuerpo se encontraron con algo verdaderamente sorprendente. Su ropa estaba seriamente deteriorada pero el cuerpo del que fuera Emperador de Francia estaba muy bien conservado, algo que no se podría conseguir sin la ingesta de altas dosis de arsénico.
Años después, se encontraron pruebas irrefutables de que había sido envenenado. Ben Weilder, un conocido doctor canadiense y presidente de la Sociedad Napoleónica Internacional, pidió al laboratorio de la policía criminal del F.B.I y al Laboratorio Nuclear de Harwell en Londres, que estudiasen los restos que tenía en su poder.
En el año 2001, un diario francés publicó los resultados con un artículo donde se podía leer:
“Tras haberle realizado pruebas de ADN y demostrar que el cabello era realmente el de Napoleón, el F.B.I lo analizó y descubrió que contenía altas cantidades de arsénico en un porcentaje suficiente como para provocar un envenenamiento”. Estos datos fueron cotejados por el Laboratorio de Toxicología de la Prefectura de Policía de París, quien confirmó lo que ya habían dicho sus colegas del otro lado del charco.
Finalmente Napoleón Bonaparte fue asesinado, pero asesinado lentamente, como intentando hacer creer que había fallecido por causas naturales o para que éste no sospechase nada sobre quién estaba siendo su verdugo. De esta forma se despeja una de las grandes incógnitas que rodeaban a este personaje de tanta importancia histórica.