Edgar Allan Poe y el misterio de Mary Rogers
Edgar Allan Poe está considerado como un auténtico genio de la literatura de misterio e incluso está tildado como uno de los padres de la literatura de terror, dotado de una mente brillante capaz de generar las tramas más enrevesadas que mostraban lo más retorcido del género humano y capaz de causar sensaciones de incomodidad y de angustia en algunas de sus lecturas.
Pero además de sus textos, Poe estuvo rodeado de sospechas durante mucho tiempo sobre la muerte de Mary Rogers. ¿Quién era esta chica? Era una bonita joven que había trabajado desde 1839 en una conocida tabaquería de la ciudad, causando una excelente impresión a todos los hombres que por allí se acercaban a comprar sus productos, desde los más sencillos obreros hasta importantes hombres de la industria.
Estaba considerada como una buena trabajadora, de costumbres normales y gustos sencillos, aunque un año antes sucedió algo que centró la atención sobre ella, había desaparecido de forma misteriosa, apareciendo dos semanas después por su lugar de trabajo asegurando que había estado alojada en casa de unos amigos, pero hasta ese momento la policía estaba investigando el caso por posible secuestro tras una denuncia hecha por sus compañeros de trabajo.
Pero esta no sería su primera desaparición; cierto tiempo después volvió a ser buscada por la policía tras una nueva denuncia. La investigación les llevó hasta John Anderson, propietario de la tabaquería, dado que era él quien acompañaba a Mary hasta su domicilio de manera gentil y caballerosa todos los días. Anderson no contaba con coartada y a pesar de ello fue puesto en libertad dado que la policía comenzó a sospechar del prometido de la chica, David Payne por posible asesinato. Payne declaró que el mismo día de la desaparición de su prometida había estado con ella, aunque negó cualquier culpabilidad con el hecho.
Finalmente se descubrió un chal, una sombrilla, una faja y un pañuelo bordado con las iniciales M.R, en un bosque cercano al río donde fue encontrado el cadáver que confirmaba su asesinato. Ese mismo día Payne se suicidaba por sobredosis de opio, pero no sin antes dejar una nota en una hoja de papel que decía: “éste es el lugar. ¡Que Dios me perdone por mi malgastada vida!”.
Tras el suicidio, la opinión pública quedó convencida de la culpabilidad del prometido de Mary, pero todo dio un giro cuando desde la policía declararon que Payne tenía una buena coartada. Pasó el tiempo y el caso fue cerrado.
Por aquel entonces Edgar Allan Poe, quien recientemente había publicado Los crímenes de la calle Morgue, comenzó a escribir su siguiente libro aprovechando parte del imaginario que se había creado en torno a Mary Rogers. Cambió el nombre de la protagonista por Marie Rogêt, Nueva York dejó paso a París y el río Hudson pasó a ser el Sena. El libro fue titulado El misterio de Marie Rogêt y fue publicado en tres partes antes de ser lanzado como novela.
En este libro, Poe analiza con pelos y señales todos los aspectos del caso real así como usa pruebas y datos que tiempo antes habían aparecido en los principales diarios del país sobre el caso. Tal fue el nivel de detalle de su libro que comenzó a haber rumores sobre si el escritor sabía demasiado, incluso cosas que no se habían llegado a publicar.
Según se dice, tres años antes del suceso, Poe visitó la tabaquería donde trabajaba Mary y fue sorprendido coqueteando con ella y un día después desapareció durante dos semanas. Además tres días antes del asesinato, Mary fue vista paseando acompañada de un hombre cuya descripción coincide con la de Edgar Allan Poe. A ello hay que sumar que falleció a los cuarenta años en 1849 en su lecho de muerte mientras decía: “que Dios guarde mi propia alma.”