El tren fantasma de los nazis
Durante la Segunda Guerra Mundial, St. Gilles, principal prisión de Bruselas, albergó a más de 1.000 prisioneros de guerra y el comandante alemán encargado del país, el general de las SS Richard Jungklauss, ordenó su traslado inmediato a Alemania. El 1 de septiembre del año 1944 la Gestapo llenó un convoy de nada menos que 20 vagones de ganado para transportar a todos los prisioneros, lo que sería conocido como Tren Fantasma Nazi.
El tren tenía como objetivo llegar a los campos de concentración en Alemania, pero gracias a la Línea Comet, una organización clandestina, el tren nunca llegó a su objetivo; de hecho se dice que no llegó demasiado lejos de la propia estación de tren de Bruselas.
Cuando los prisioneros fueron subidos al tren, hubo algunos problemas en el motor originados por los propios empleados no sindicalizados del ferrocarril, algo que no duró demasiado al llegar un nuevo jefe de estación, quien descubrió lo que ocurría. A pesar de ello, uno de los trabajadores del ferrocarril avisó a los prisioneros que debían estar atentos porque serían liberados.
El tren fue de nuevo saboteado, le destrozaron la bomba de aceite así como el suministro de agua y también las vías del tren, las cuales fueron voladas con explosivos, lo que haría que el tren no se moviese demasiado de donde estaba y retrasando el viaje hacia los campos de concentración. Incluso hubo momentos en los que lograron que le perdieran la pista al propio tren, consiguiendo así su apodo de «Tren Fantasma».
Los trabajadores convencieron a las autoridades alemanas de que el tren debía ser desviado a otra ciudad porque necesitaba más agua y diferentes reparaciones. El tren fue trasladado a Muizen y durante los dos días que estuvo allí, diferentes diplomáticos de países neutrales solicitaron insistentemente al general Richard Jungklauss que devolviese el tren a Bruselas, pero este se negó en todo momento.
Con esta negativa, las naciones neutrales amenazaron con que los trenes que tuvieran destino Alemania y pasasen por sus países serían destruidos. De esta manera el general cedió y envió el tren de nuevo a la estación de Bruselas, ciudad que ya había sido liberada por los británicos. Las puertas del tren fueron abiertas y todos los prisioneros fueron puestos en libertad. Gracias a la valentía de la Línea Comet se salvaron muchas vidas, algo que se conmemora hoy en día en Bélgica y donde los pocos que quedan ya de aquellos años, se reúnen con la compañía y los amigos que han mantenido a lo largo de sus vidas.
Este evento relacionado con la Segunda Guerra Mundial es tan sólo uno de los muchos en los que se han salvado miles de vidas gracias a personas valientes que han convertido a este tren en toda una leyenda que hemos querido recordar en esta entrada como pequeño homenaje para todas aquellas personas.