La Sábana Santa

La Sábana Santa

La Sábana Santa

Alabada por muchos y denigrada por otros, la Sábana Santa ha sido desde siempre objeto de polémicas y acaloradas discusiones entre aquellos que afirman que esta fue la mortaja que envolvió a Cristo y aquellos que aseguran que es un auténtico fraude.

Veinte años después de la ejecución de Jesús en la cruz, Pablo de Tarso, un predicador cristiano, se dirigió a todos los creyentes en la ciudad de Corinto donde les recordó la importancia de la fe y de las costumbres de una vida digna, haciendo hincapié en la verdad de la resurrección de Jesús, apelando a muchos testigos de aquel acontecimiento.

Estas palabras quedan reflejadas en el capítulo 15 de la Primera Epístola a los Corintios donde se puede leer: “Primero se apareció a Pedro y después a los doce. Después se apareció a quinientos hermanos… de los cuales muchos viven todavía aunque algunos han muerto. Después se apareció a Santiago, después a todos los apóstoles, y al último… a mí”.

Durante muchos siglos, el cristianismo no aportó pruebas materiales de la resurrección de Jesús a excepción de la desaparición de su cadáver del sepulcro y la aparición del crucificado a diferentes personas. Los Evangelios no mencionan ninguna sábana que pudiera haber servido como mortaja a Jesús, aunque se apoyó en muchos testimonios de personas que lo habían visto resucitado.

Santo sudario

Santo Sudario

Esto continuó hasta llegado el siglo XIV, momento en el que el denominado como Santo Sudario o Sábana Santa de Turín apareció en la iglesia colegial de Lirey, Francia, muy cerca de la localidad de Troyes. En aquel momento el sudario, que fue presentado como la mortaja del cuerpo de Jesús, fue expuesto a los fieles más devotos.

Las altas esferas de la iglesia de aquel momento no estaban muy de acuerdo con el lienzo y Enrique de Poitiers, obispo de Troyes, lo denunció como un fraude y dio la orden de que éste dejase de ser expuesto. Su sucesor, Pedro d’Arcis, volvió a ordenar que dejase de ser expuesta e incluso envió una carta al Papa Clemente VII para poder acabar con el engaño.

Tras varios años de tensiones en el seno de la iglesia en lo referente a la autenticidad o no de este lienzo, en el año 1390 el Papa autorizó finalmente que se expusiera y al obispo d’Arcis se le ordenó guardar silencio acerca de todo lo que sabía sobre el lienzo bajo amenaza de excomunión.

A finales del siglo XVI fue trasladada a Turín y ya en el año 1694 quedó custodiada en la capilla de la catedral de la ciudad. El Santo Sudario fue expuesto durante ocho días para poder celebrar el cincuentenario del reino de Italia. En aquella ocasión Secondo Pia fotografió la sábana y pudo apreciarse una nitidez muy llamativa en el negativo, mucho más acusada que en el positivo.

Llegada la década de los años sesenta comenzaron a aparecer muchas publicaciones que demostraban la veracidad de la resurrección de Jesús con el lienzo como pilar principal de esta teoría. Pero estas afirmaciones chocaban frontalmente con las diferentes pruebas realizadas con carbono 14, prueba científica demostrada que sirve para datar con gran exactitud la antigüedad de cualquier objeto, la cual demostraba que este lienzo tiene una antigüedad que la sitúa en el Medioevo.

Hay que destacar que hace no demasiado tiempo, el Papa Juan Pablo II no llegó a afirmar la veracidad de la Sábana Santa, pero sí quiso dejar claro que el culto es totalmente lícito. No es auténtica pero muchos católicos siguen considerando fehacientemente que es una auténtica reliquia de la fe y por ello debe ser venerada.

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