Los robots de la antigüedad

Autómata

Autómata

Aunque hay constancia de que los autómatas existen desde el Antiguo Egipto así como en Grecia, su eclosión más importante fue durante la Edad Media, momento en el que hubo un gran avance en lo referente a la automatización y con la llegada del Renacimiento, los autómatas se convirtieron en toda una revolución gracias a personajes tan importantes como el propio Leonardo da Vinci.

En el año 1260, Al-Jazari, considerado como uno de los más importantes ingenieros de la historia gracias a la invención del cigüeñal y también de los primeros relojes mecánicos movidos por pesos y agua, se volcó en su trabajo con la figura del autómata, creando una obra del mismo nombre y considerada como una de las más importantes de la historia de la tecnología.

Uno de sus trabajos más importantes fue el reloj elefante, el cual estaba animado por seres humanos y animales mecánicos que se movían para marcar las horas. Además también creó un autómata con forma humana que servía diferentes clases de bebidas.

En Europa también se crearon muchísimos autómatas como los que aparecen en el libro de Villard d’Honnecourt del año 1235 donde se podían encontrar indicaciones para la construcción de figuras humanas y animales o un ángel autómata. Otro de los más famosos fue el Gallo de Estrasburgo, el cual funcionó desde el año 1352 hasta 1789 y que hoy en día es el autómata más antiguo que se conserva.

El hombre del Renacimiento, Leonardo da Vinci, también diseñó al menos dos autómatas; el primero está considerado como uno de los pioneros con forma totalmente humana. Estaba cubierto por una armadura medieval y fue diseñado allá por el año 1495, pero como ocurrió con muchos otros inventos de da Vinci, no fue diseñado, aunque gracias al hallazgo de sus bocetos fue construido en nuestros días y se sabe que podía mover los brazos, sentarse y girar la cabeza.

El segundo de los autómatas de da Vinci era más ambicioso. Se trataba de un león mecánico que fue construido por petición del rey de Francia, Francisco I, para facilitar las conversaciones de paz entre él y el Papa León X. Este animal, mediante diferentes técnicas de artificio, pudo andar de una habitación a otra donde se encontraba el monarca, y allí mediante unos trucos el autómata se abrió el pecho y se pudo ver aparecer una flor de Lis, que es la flor representativa de Francia y también al símbolo de Florencia, el León.

Hay que destacar que en diferentes momentos de la Edad Media, los autómatas llegaron a estar mal vistos por el clero, quienes interpretaban estas invenciones como cosa del maligno, anteponiendo sus creencias a la ciencia y la tecnología, aunque no tenían nada de malo, simplemente servían para entretener y no contaban con una aplicación práctica en ninguna de las áreas científicas.
Lo más fascinante de todo es que supuestamente no existía una tecnología necesaria para hacer a los autómatas algo muy sofisticado, pero gracias al ingenio y a los avances que contaban por aquel entonces se sabe que sí existieron gracias a testimonios y documentos, dejando constancia del ingenio de muchos hombres que han pasado a engrosar las páginas de nuestra historia.

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