El asesinato de los Médici

Lorenzo de Médici

Lorenzo de Médici

Florencia en el 1400, era una ciudad económicamente pujante y cuna del arte renacentista. Una ciudad de banqueros y hombres ambiciosos y aventureros. Pero como todas las ciudades italianas de la época, dominada por las rivalidades y la violencia, en ese caldo de guerra de la Italia de la época, Florencia era también la ciudad de la poderosa familia de los Médici. Lorenzo y Juliano. 

Habían heredado de su abuelo Cosme, un poder incalculable, fuertes lazos políticos y una visión privilegiada de cómo manejarse dentro de las intrigas,  para mantenerse en el poder y reinar en Florencia. Pronto iban a confirmar las rivalidades que les rodeaban y también su sangriento poder.

En la Corte del Magnifico

Era tan atractivo como inteligente Lorenzo de Médici, que su abuelo había contribuido a pulir su inteligencia y personalidad. Un hombre de mundo, un hombre del renacimiento, que se manejaba con soltura en las finanzas y el poder como banquero del Papado, y amante del arte como sus predecesores, se había convertido en el mecenas de grandes artistas como Miguel Angel. Ese enorme talento, personalidad arrebatadora, atractivo físico y poder, lo hacía merecedor a la forma en que se le llamaba en toda Italia, El Magnífico.

Pero además de su personal talento para los negocios, Lorenzo contaba con el apoyo de su hermano Juliano, que le asesoraba y le apoyaba en el arte, en los negocios y en su ambición de conquista de territorios de Italia para la causa de Los Médici. No todo era arte, ni grandes artistas en el círculo de los Médici. Aunque no quisieran reconocerlo, estaban rodeados de intriga y sus propias malas decisiones y un poco de soberbia, condujeron a un complot que sus rivales, los banqueros Pazzi, otra familia influyente, urdieron para asesinar a los hermanos Médici en la semana santa en la Catedral de Florencia.

Asesinato en el Duomo

Juliano de Médici

Juliano de Médici

Lorenzo de Médicis tenía de enemigos no a pocos en Florencia y el resto de Italia, sobretodo por la ambición de muchos otros de igualar o superar la influencia de los Médici, que eran los banqueros del Papado y los hombres más ricos de la época. Así que era solo tiempo para que alguien intentara asesinar a los Médici. El 26 de abril de 1478, los Médici fueron reunidos por una serie de «casualidades» urdidas para reunirlos en el mismo lugar, en la misa posterior a la Semana Santa en el Duomo. En medio del acto litúrgico, hasta el mismo sacerdote que celebraba la eucaristía participó del asesinato de Juliano, al que le asestaron varias puñaladas y dejaron desangrándose.

Mejor suerte corrió Lorenzo El Magnífico. Sus aliados lograron protegerle y apenas una puñalada sin profundidad fue lo que le alcanzó. Luego se fugó del Duomo y su salvación fue la sentencia de muerte para los conspiradores, los Pazzi, quines huyeron de la ciudad y hasta algunos de sus miembros cambiaron de nombre. Sus aliados sufrieron la cólera de Lorenzo, quien mandó a degollar y hasta quemar los restos de muchos de ellos. Más que la violencia de su furia,  aquello era un aviso de que intentar algo contra él,  traería más pesar que satisfacción a los que lo intentaran.

Una conjura de muchos para un asesinato

El escudo de los Médici

Escudo de Armas de los Médici

Lejos estaban de ser solo los poderosos Pazzi, los artífices intelectuales del asesinato de Juliano de Médici. El intento de matar a ambos, como se descubriría hasta nuestra época, de una manera casual, fue un plan de muchos. El historiador Marcello Simonetta encontró años atrás una carta de su antepasado Cicco Simonetta, regente de Milán. La misma estaba dirigida al Duque de Urbino y tenía un mensaje cifrado sobre la conspiración.

El Papa tenía rencor por Lorenzo de Médici, que se negó a financiar su pretendida compra de Imola, y Cicco Simonetta así como el Duque de Urbino eran fieles, supuestamente a la Casa de los Médici. Sin embargo, aquellos eran secretamente aliados del Papa, Sixto IV. El Duque de Urbino traicionó a sus amigos de siempre por el favor del Papa, que había casado a su sobrino con la hija del Duque. La traición logró sumar a otros adeptos a acabar con los Médici, Cicco Simonetta, al que el Duque había puesto en contra de Lorenzo, y los Pazzi. Con los invitados listos, la mesa estaba servida para acabar con aquellos.

Una fallida conjura y un padrino del Renacimiento

Lorenzo logró salvar la vida, y las represalias a su ataque fueron una sangrienta venganza. A partir de allí, los Médici estaban lejos de extinguirse. Lorenzo de Médici moriría en 1492, habiendo sobrevivido a sus enemigos. Logró sentar en el trono papal a dos de sus descendientes, su hijo que llegó a ser el Papa León X y el hijo ilegítimo de su asesinado hermano Juliano, que llegó a ser el Papa Clemente VII.

Su imagen había de prevalecer más allá de las de sus antagonistas. Considerado un notable mecenas del arte, se le reconoce como el Padrino del Renacimiento, pues su Jardín de Escultura y su mecenazgo permitió el desarrollo de grandes artistas como Boticelli y Miguel Angel, entre otros. Pero también un talento para los negocios, que llevó a Florencia de pequeña ciudad italiana a capital financiera de su tiempo.

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